Sentí que oía un llamado: “A comer!” decían, y preguntaban: “¿ya pusieron la mesa?”. Pero no alcancé a distinguir de dónde y cómo venía la voz. No sé si fue el libro de Galeano que me prestó Nicolás -el hermano de la revoluciones y el rebenque-, o si fueron los músicos del subte que cantaban algo sobre las sobremesas desprolijas y llenas de placer.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario