el ajedrecista se toma un descanso:
copita de café
cigarrillo marrón
se rasca la barba
piensa partidas
se olvida de si
mira las luces que anaranjan la calle
sobre su casa de exilio
desenfoca
transcurre
no accede a eso de que siempre se hace tarde en la ciudad
entra de nuevo
y por la ventana lo veo jugar otra vez
no es tan malo su tiempo en el Abasto
en Sánchez de Bustamante al quinientos.
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