Prólogo de Nicolás Dell´Orso | Poesía tajante, concisa y astuta

Si hay lenguas, seguramente la poesía es la que elige el corazón, para dejarse llevar por el camino de la expresión, la sangre, los temores, las pasiones y las vivencias, entre otras cosas. Tan propio como ajeno, un lenguaje utópico a nuestro tiempo. Es ahí mismo donde nos encontramos puros, sin vueltas ni plagios, libres como cuchilladas al viento, en nuestro pequeño sueño, vuelo o rezongo de papel.

Cuando el otoño se nos viene, y Jesús se hace grande, trae consigo la mirada pausada del sol al caer. El abasto ya no es un barrio de cemento, sino la casa del poeta que florece al ritmo de las cosas lentas, o al tiempo de algún blues breve. Los pinos, los colores y la casa, se convierten al sepia y se nos brota la nostalgia. Con la duda entre bufanda y camiseta, las preguntas y respuestas del poeta se derraman como hojas maduras anunciando el tiempo frío, el fuego, los niños de gorritos y las camperas pulposas.  

Entre el espíritu veraniego y el frío por venir, envueltos en un mar de reflexiones, el poeta nos invita a corretear por su mirada precisa de la realidad propia y ajena, un hombre de montes y ciudades, de oídos y miradas agudas que nos pone por los lomos la poesía tajante, concisa y astuta.

Dell´Orso Nicolás
22/07/2010   

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