Poesía estival | 3

Matecito verde mío
estas feliz de que te encuentre
yo estoy feliz de que estés aquí

que te lleguen ardiendo mis disculpas
si alguna vez no te traté bien
tal vez con alguna yerba de descarte
tal vez con alguna mala suerte de dejarte caer

y sin embargo usted,
matecito amargo,
santo,
pampeano,
me ha sabido dar lo mejor de sí
aun en mis desayunos más desprevenidos

aun en los calidos fríos de esos inviernos buenos
que cabían en el humo de las buenas yerbas
de las buenas pipas

ese era el cuento que siempre querías que te cuente
matecito verde mío.

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