Cómo me gusta tu ruidito en los teclados
tu perfume a miel y bienvenida
tus impulsos nerviosos
tus dientes apretados cuando sopla el viento.
Como me gustan tus músicas
y tus caprichos
tus “no sé qué quiero ni con quién”
tu desinterés tan mal actuado.
Me gustan tus cueros suaves
delicados al sol
tus ruiditos en el teclado
tu piel de gallina, tus mamarrachos.
Me vence tu incalculable mirada tierna
y tu tristeza sublingual
que habrá que sanar con alegrías
borrachas de versos y pasiones mías.
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